Ella se despierta, lo besa y mueve las sabanas temiendo despertarlo.
El se despierta, cierra los ojos temiendo romper con la ilusión de aquella que quiere no interrumpir el descanso.
Los dos están despiertos.
Los tres están despierto.
Hay uno furioso.
Y el fuego se consumió tan velozmente que ni tiempo tuvo de disfrutar. Había planificado todo perfectamente. No pensó en que la habitación ardiera tan rápido. El quería gozar, arrepentirse, llorar y reír locamente (en ese orden). Pero no pudo siquiera gozar como es debido, como una venganza sangrienta lo requiere.
Los tres están ardiendo.
Maldita madera, maldito esmalte.
Los tres están muertos, la casa incendiada y el arrepentimiento, el llanto, la locura en lista de espera.
Moraleja: encender el fuego es quemarse, se arda o no.