martes, 17 de noviembre de 2009

mear de a par o el universo se va a acabar

Cuando Pablo despertó se encontró con su doble justo al lado. Ni cómo llego, ni por qué nunca va a tener explicación.
Simplemente estaba acostado al lado. Pablo miró el reloj y ya debían levantarse. Él y su doble deberían de tener la misma vida (la lógica así lo dicta). Lo despertó como le gusta que lo despierten, suave y con una palmadita en el hombro.
Desayunaron lo mismo y ambos se levantaron para ir al baño. Allí fue cuando la primer duda surgió. Si no meaban al mismo tiempo probablemente el universo colapsaría. Una fisura temporal podía llegar a provocarse y ninguno de los dos quería ser responsable de semejante irregularidad metafísica. Como no hacia falta que se hablaron (pues pensaban lo mismo) los dos fueron al baño y mearon en coro. No pudieron evitar mirarse, siempre quiso (quisieron) saber como se veían sus genitales a la distancia. El resultado los inquieto y quizás los dejo un poco deprimidos para comenzar el día.

(Aquí vale una aclaración importante, cuando digo Pablo me refiero a cualquiera de los dos, ya que no puedo saber quien era doble de quien, simplemente resulta imposible saberlo)

Ellos también se preguntaron por esto y la respuesta fue automática para los dos, quien tuviera en su pantalón las llaves de la casa seria el original. Ninguno de los dos las tenía, estaban sobre la mesa, pero sólo un juego de las mismas. Nuevamente el colapso del universo les preocupó y se dieron cuenta que era imposible salir de ahí, no sabían si había dos puestos de trabajo o peor, si su jefe solo le gritaba a uno nuevamente el colapso del universo se volvía inminente.
Pablo decidieron encerrarse, apelar a hablar simultáneamente por teléfono a delivery’s y pagarles ambos, cada uno sosteniendo un lado del billete. Conseguían dinero haciendo artesanías, aros, que era un trabajo par y que debían ser vendidos de a pares. Les obligaban a jurar a sus clientas que los usarían en su conjunto, previa advertencia sobre el fin de los tiempos.
Hoy viven envejecidos ambos en su casa, encerrados y con un solo juego de llaves.
Que difícil sostener el universo, que levedad siento de pensar que soy el único y a lo sumo vos, pero somos dos cuerpos, aunque a veces parezcamos uno.