sábado, 25 de junio de 2011

Me acordé de vos


Cuando Teresa buscó en su cajón sintió la necesidad de encender la luz. Una vez que se hallaba en pleno uso del sentido de la vista, encontró un cuerpo. El cuerpo, quieto, en perfecto estado, petrificado y que olía a rosas, le guiñó un ojo.

Su espanto no fue menor que el del comisario que juró nunca ver un cuerpo tan atrevido, puesto que a él, le había sacado la lengua.

Insultos inocentes repartió el cadáver a cada uno de los vecinos del barrio, que atraídos por la parpadeante luz azul se habían reunido.

Así a Don Arreta le hizo clara señal de cuernos, algo imperdonable si se conocía la ligereza con que su mujer establece relaciones (y que hizo que Don Arreta fuera un hombre que no toma soda, un hombre triste).

El cadáver, cargado ya sobre la ambulancia de policía forense, se despidió de todos tirándose un pedo. Las señoras más devotas y las menos también, se persignaron espantadas.

Teresa no podía dar cuenta de lo que estaba ocurriendo. Puesto para ella el cuerpo era completamente ajeno. La justicia resolvió sobreseerla de cualquier cargo.

Nadie reclamó al difunto y él sigue opinando impunemente ante la presencia de otros. Esa impunidad que les da la muerte a los anónimos.

Hace una semana estuve en su presencia y se echó a llorar. Me acorde de vos y le ofrecí un pañuelo, me lo rechazó y volví a acordarme de vos.

1 comentario:

  1. y a estas por que se acuerda de alguien con un cadaver que llora, es un cuento extraño, tan extraño como al realidad misma

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