domingo, 4 de enero de 2009

año nuevo

Un hombre de campera verde se para. Anuncia que trae un mensaje de paz. El colectivero pasa un semáforo en amarillo. Prosigue el hombre, emana de su boca la palabra Jesús, dios y un olor que sin ser experto me resulto similar a vino de caja.
Da la paz, anuncia el amor. Es 31 a la noche. Cambia el año en una hora y media y sobre el colectivo, escuchamos.
Pide una moneda, ningún predicador se preciaría de tal sin pedirla. Pasa por los asientos, emana olor y palabras de amor.
Grita, al medio "año nuevo, vida nueva". Y el cliché es insoportable. El colectivero y un pasajero cómplice comienzan a jugar con él. Se ríen, le piden que salude. Le pide al chofer que lo baje, se queda parado en la escalera. El chofer atina a arrancar. El hombre una vez abajo y con renovada fuerza grita "año nuevo, vida nueva".
Sidra, pan dulce y asado mediante cambiamos un almanaque por otro.
La noche siguiente, casi a la misma hora, esperando en la escalera del teatro me encuentra Ramses, mejor dicho quien en otra vida fue Ramses. Me mira, me habla, me pide fuego, se sienta y listo, ya somos conversantes. Habla y en lo formal hablamos de Cleopatra. Dramaturgos metafísicos. Murga uruguaya. Dónde escuchó V8 por primera vez. Todo eso me cuenta y cada tanto revisa una bolsa verde y una riñonera negra. Habla (hablamos) de los signos. Me pregunta por mi noche de año nuevo, me cuenta de la suya. Estuvo internado en Oliva.
A esta altura, las escaleras me parecen peligrosas. El A10 que espera no llega. Quien espero no llega. No llega a sacar un cigarrillo de la etiqueta y entiendo que necesita fuego. Mientras tira humo (como si le diera misticismo) me pregunta si quiero saber quién fui yo en una vida pasada. No quise, quizás por miedo a descubrir que no fui nada especial y sentir en esta vida la presión de tener que ser líder o algo. Me fui, esperando a quien esperaba.
Para el hombre de la campera verde este año comencé una vida, para el hombre de la bolsa verde ya tuve varias.
Lo cierto es que, después de estos encuentros y con el que siguió a esos dos me sentí vivo. No sólo transformar oxigeno en dióxido de carbono, sino disfrutar y reírme.
Por rosa que termine esto, la sensación es mas gris, algo así como que tengo tantas vidas como quiero. Y que si solo percibo una es porque aun no me acostumbro a la idea de que el verde me puede quedar bien.

1 comentario:

  1. Una vez alguien me dijo, que alguien le había dicho, que en otra vida yo fui gitana... En otra vida, en una de mis pasadas vidas, una de mis vidas elegida al azar... Esta persona le dijo a esta otra persona, que después me dijo a mi, no sólo que había sido gitana sino que había sido una gitana muy hija de puta y que en esta vida yo iba a pagar todo el sufrimiento que había ocasionado en aquella vida anterior... vida elegida al azar entre otras miles de vidas vividas por mi... Entonces pensé ¿Para que esforzarme? y me perdí en una sucesión de siestas interminables. Un día me desperté y pensé que en otra vida yo iba a tener que pagar por todas estas horas de sueño extra... ¿Tendré entonces, en un futuro (tal vez) lejano que vivir una vida sin dormir?
    Deducción siguiente: Si en verdad transitamos tantas vidas y sólo tenemos conciencia de una, por algo será... Vivir sopesando los pro y los contras imediatos, a largo plazo e incluso post mortem de cada una de nuestras acciones no es vida!
    Yo me decidí por el menefreguismo absoluto respecto a este tema. Quizas en otra vida me lo cobren con creces...

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